¿Cómo te reconocerían sin cara? En mi caso, por un antojo romboide (de pastilla Juanola) y marcas de mosquito.
 
No sé pintar, al menos no con esa técnica pulida que te permite reflejar cada uno de los rasgos que te ilustran. De todos modos, el verdadero interés que me suscita el autorretrato de un artista es cuán capaz es de deformarse. Es decir, encuentro interesante cómo se ven, no cómo lo vemos. Para eso tenemos las fotos. 
No olvidemos que, en su origen, los autorretratos eran reproducciones realistas de un fragmento en el tiempo. Es decir, nuestras fotos de ahora. Los selfies.
 
Como el arte no es sino una representación de la época en la que vivimos, y puesto ya tenemos cómo inmortalizar esa realidad de nuestro aspecto en un fragmento de tiempo, desestirémonos, dejadnos jugar.
 
Mi experiencia trabajando en branding me ha enseñado a reducir el mínimo común entendible del físico y lo moral. Es decir, todo lo que te identifica más allá de la cara.
 
2021 es un homenaje a una de mis primeras elecciones artísticas, que de anécdota a lo largo de los años se ha convertido en parte de lo que los demás saben de mi: Mi primer dibujo fue un mosquito. 
 
Por otro lado, hay quien pueda ver un guiño a mi madre en el nombre de los famosos caramelos de regaliz. Pero quien sabe de mi piel, reconocerá ese mi lunar romboide.
Sé que puede ser complicado creer que una embarazada, por un deseo irrefrenable de pastilla juanola, genere una mancha en forma de rombo sobre el cuerpo de su bebé. Y no es que yo me lo crea, es que así lo quiero creer.
 
[1990€: El valor de esta pieza forma parte del autorretrato: El año en que nací. Sobre todo porque, como buena TOC, nacer a comienzo de década es un alivio divino].