El momento de materializar una idea para un perfeccionista.
 
Las ideas tienen su campo fértil en nuestra imaginación. Y es a la hora de materializarlas cuando le crecen las espinas.
 
El protocolo suele ser siempre el mismo: Tengo una idea, la visualizo, compro todo lo necesario (y no tan necesario) para llevarlo a cabo. Pero cuando llega el momento de la verdad, siempre surge "la excusa" (a cada cual más patética) que te impide sentarte a macharte las manos. Al final te gana terrero la desidia y te quedas sin proyecto y con un montón de recursos que no necesitabas.
 
Después vendrán más ideas y, aunque tú y tus medios hayáis evolucionado, siempre surgirán nuevas excusas (diferentes a las que ya cayeron) mientras no seas tú quien las arranque.